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  • Foto del escritorJavier Gatti

Votes a quien votes: lo que se juega mañana

Actualizado: 26 oct 2023



No es cierto que haya un nuevo clivaje del tipo "democracia o autoritarismo", "patria o colonia" o "civilización o barbarie". Porque ésos son los opuestos (grietas para el chantismo intelectual) desde 1810 y porque el peronismo aún resiste en reducción. Ninguno de los candidatos expresa algo novedoso, pero el triunfo de uno u otra puede hacer que la historia persista como remedio paliativo, farsa o tragedia. Vos ya sabés -no a quién- sino lo que vas a votar?


Los candidatos son expresiones unipersonales de un estado de conciencia social histórico, un punto de acumulación coyuntural de las expectativas populares y también un indicador bastante directo qué clase de democracia tenemos 40 años después de que la dictadura capitulara con la multipartidaria, acordando una democracia con juicios acotados, sin investigar deuda y que respetara el modelo de acumulación, distribución y fuga vigente desde 1976. El alfonsinismo (tan gorila como todos los formatos radicales que lo precedieron) fue el primer eslabón de lo que un socialista brillante denomina "la democracia de la derrota", o "de la administración de las restricciones económicas y políticas heredadas de la dictadura", cuya extraordinaria resiliencia se explica no sólo por la vigencia del modelo económico y social que impuso, sino por el no juzgamiento de sus mandaderos cómplices civiles, de los Macri, los Blaquier, los Rocca, los Bunge, los Madanes, loa Braun Menéndez, los Fortabat, los Garovaglio Zorroaquín, los Pérez Companc, los Magnetto, los Mitre, los Cavallo, los Melconián, los Triaca, los Martínez, los Morales Solá, los Grondona, los Neustandt, los Gelblung y más de un centenar de gremialistas, políticos, médicos, docentes, abogados, periodistas y hasta deportistas reciclados en democracia, que actuaron como Personal Civil de Inteligencia de la dictadura.


Escucho voces disconformes en la platea nacional y popular, tienen razón en protestar. Durante éstos 40 años no todas las expresiones políticas legitimadas en elecciones libres (no un detalle menor, sino decisivo) gobernaron con los mismos objetivos y herramientas, pero sí con las mismas restricciones internas y externas. Mis brillantes amigos de izquierdas (otra platea muy intensa) van a enojarse a su vez, pero no dio ni dará lo mismo Alfonsín, que Menem, o De la Rúa que Néstor o Cristina, ni Cristina que Macri o Alberto (que empeoró casi todos los indicadores socio económicos de Macri, pero con aborto legal y crecimiento del empleo registrado y precario). Hay un sector de compañeres que hace uso de una ironía eficaz -sólo el peronismo permite semejante humorada, rastrear el propio disparate- y acotan: "claro que Alberto no es igual a lo anterior, hay un matiz: hizo macrismo con perspectiva de género". Dejemos esto ahí, la polifonía textual es inabarcable y contentar a todos igualmente imposible, ésta nota no puede tener más de 2000 caracteres (debe leerse en 10 minutos o menos) y tenía otros objetivos: avizorar el después de mañana y mitigar la manija y la angustia del ahora mismo.


Encuestame y decime "Massa"


En éstos días, periodistas probos y honestos como Alejandro Bercovich, decían que gane quien gane en la segunda vuelta nada importante iba a cambiar en el futuro próximo para los argentinos: la deuda con el FMI iba a seguir condicionado la soberanía política del gobierno y vamos a seguir pagando la estafa más importante de la historia del organismo y del país, la inflación va a seguir ganándole todos los días al salario (que arrima o empata en la próxima revisión paritaria), el Banco Central va a seguir teniendo reservas negativas por casi USD 10 mil millones (al cierre de la nota las reservas internacionales brutas del Banco Central cayeron USD 193 millones y cerraron en USD 24.797 millones, el valor más bajo de un año en donde se perdieron el 43,2% de las reservas acumuladas) y -gane Massa o Milei, perdones pero Bullrich ya no compite hace rato- seguramente vamos a tener que soportar otra corrida desestabilizante para sentar las bases de una hiperdevaluación que permita impulsar a Milei en el balotage y dolarizar sin dólares.


En éste tramo, la platea de la izquierda persiste y nos arrincona política y filosóficamente (no son la misma cosa) para volver a chicanear con los matices: "es cierto que los tres candidatos competitivos no son lo mismo: uno propone ajustar un 15% del PBI, la otra un poco menos y el que no es un alien dice que al ajuste va a ser el mínimo posible en el contexto vigente". Votes a quien votes estás votando ajuste. Se acepta con varias salvedades: si ganan Milei o Bullrich no sólo los números que "les importan a todos" (inflación, salario, empleo y crecimiento productivo, los niveles de fuga no le importan a la gran mayoría de los electores) van a ser muy superiores a los actuales, en el camino va a quedar un tendal de argentinos y argentinas excluidos de mucho o de todo y -por darle crédito al delirio- seremos Dinamarca o Alemania dentro de 30 años, cuando Milei emule a Cavallo y persista impune por sus atrocidades, dando charlas en EEUU o Europa y Bullrich ya no esté para disfrutarlo con nosotros.


Otra salvedad: que Sergio Massa gane o pierda y que lo haga por mucha o poca diferencia tampoco da lo mismo, no sólo para los peronistas (no hablo de Barrionuevo ni de los intendentes y jefes comunales que le fiscalizaron las PASO a Milei) sino para todos los argentinos que -gorilas o no, de derechas o izquierdas, voten o no al peronismo- poseen ingresos en pesos y no forman parte de las 38.500 personas físicas que acumulan (mucho) más de USD 1 millón. El peronismo, con todas sus limitaciones burguesas, inconsistencias y contradicciones, es el piso de condiciones mínimas para intentar un modelo de país capaz de incluir -no sólo como consumidores- a la gran mayoría del pueblo argentino. Citaremos a dos peronistas incómodos, rebeldes y soñadores para sostener este punto: Horacio González y Jorge Alemán.


El primero -sin reemplazo desde su partida pero alambrando junto a su compañera Liliana Herrero, a quien frecuenta desde la altura- decía que "hace falta una nueva sensibilidad de izquierda, capaz de distinguir matices y articular con otra astucia, que entienda que Kiciloff y Prat Gay no son lo mismo". Jorge Alemán en una nota que sigue latiendo en tiempo presente nos decía desde el título que "a mí el kirchnerismo me interesa para ir a otro lado". Adónde? Lean la nota en éste enlace.


Pues bien, puede que las izquierdas nunca le den el gusto a Horacio, pero en el balotage bien podrían replantearse el apotegma de la "derrota con futuro" y concluir que "contra Massa o contra el peronismo siempre estaremos mejor", que el peronismo no es el monstruo malo y burgués que obturó procesos pre-revolucionarios o democracias autogestivas como las del 2001, sino condujo lo que la izquierda no supo o no pudo contener y resolver políticamente. La crítica al peronismo abunda y ostenta numerosos textos, luminosos, certeros. La autocrítica de la izquierda aún se debe semejante producción, en cantidad y calidad. Sobre la frase de Alemán dicha en 2019, gane o pierda Massa, llegó el momento en que el peronismo se plantee un relevo de conducción y un programa consistente; ojalá consistente con su historia, porque como sabemos el peronismo será revolucionario o será otra cosa.


Pero analicemos algunos números en plena veda y a pocas horas de los que seguramente van a confirmar lo que todos sabemos: que las encuestas son uno de los vicios más caros, efímeros y falibles de la política argentina.


La suerte electoral de Massa y el horóscopo de Aries


Para el primer signo del zodíaco el horóscopo augura un domingo donde "estará tentado por una atracción peligrosa" (votar a Milei?) y se recomienda "ser prudente con las decisiones para evitar pasar un mal momento" con impacto residual en lo que resta del año, hasta 2027 o que lamentará el resto de su vida.

Para Massa hay varias encuestas que refrendan que puede rondar el "empate técnico" en la segunda vuelta, por una diferencia exigua pero que le permite poner en duda la sensación de que "Milei ya ganó o es invencible" y confirmar que el estadocida está llegando a su techo (en torno de los 37/40 puntos) o incluso que inicia un declive teniendo en cuenta la proyección de la voluntad de buena parte de los 11 millones de electores (unos 5 millones según estimaciones de la Consultora Poliarquía) que se ausentaron en las PASO pero sufragarían mañana. Esto es otro modo de decir lo que algunos focus que manejan los libertarios ya expresan: que la campaña "traduciendo a Milei para enojados y legos" está dando sus primeros resultados; muches ya consideran que lo que fue un castigo emocional a los dos frentes otrora mayoritarios, ahora se visualiza como un peligro para sus propias economías individuales o familiares, o para la democracia en general.


Hace una semana se difundió un sondeo de Zuban Córdoba (realizado la primer semana de octubre) en el cual Milei no llega a los 40 puntos ni aventaja por 10 o más a Sergio Massa, las cifras son 34,7 a 32,7, con Bullrich derritiéndose por debajo del 25%. En el búnker de UP nos conferían algo que publicamos hace una semana: "estamos recuperando parte de lo que Milei nos había sacado a nosotros" y se espera que esta tendencia se profundice por dos vías: por la convicción del electorado peronista de que "para castigo ya estuvieron las PASO" y por el efecto espanto que surge de imaginar el país que amenaza Milei. La encuestadora mendocina Reale Dellatorre (RD) amplía la diferencia a favor del libertario (36,2 contra 24,7) y augura también una solución en balotage; al igual que Sentimientos Públicos que pronostica una victoria del libertario por menos de cuatro puntos (33,1 contra 29,4). También dos encuestadoras afines a UP refrendan esa diferencia con números variables, el CEOP Roberto Bacman establece una diferencia de dos puntos para Milei (36 a 34) y Raúl Timmerman del Grupo Opinión presenta sus estimaciones con "Milei entre 32 y 35, Massa entre 29 y 31, Bullrich entre 25 y 27".


Sólo la encuestadora brasileña AtlasIntel (y otras de consumo interno y que cerraron hace menos de una semana, pero no se presentaron antes de la veda) se anima a pronosticar un triunfo de Sergio Massa (30,9) por sobre Javier Milei (26,5), con Juntos x el Cambio a tiro de implosión luego de quedar fuera del balotage con menos del 25% de los votos. Finalmente CB Consultora actualizó proyecciones y presenta un empate técnico entre Milei y Massa, con un margen de variación que puede darle la victoria por 1/2 puntos a cualquiera de los dos.


El punto es que estamos sin duda ante un cambio civilizatorio de proporciones que aún no se manifestaron en toda su dimensión ni crueldad y que incluye el "voto egotista", es decir la innumerable cantidad de casos de gentes que escuchan bien a Milei y acaso lo comprenden sin necesidad de traductores, pero que votan -no para mantener o mejorar lo que tienen- sino para que los otros (porque le culpa es del otro) pierdan lo que tienen, para que tengan menos o nada. Es un votante que puede vivir una vida llena de privaciones, al que el Estado y el capitalismo le fallaron y acumula un gran resentimiento, pero se consuela y obtiene un plus de goce con el sufrimiento de otros (básicamente kichneristas, zurdos, inmigrantes, sindicalistas, beneficiarios de planes y asistencia sociales).


Lejos del 54% de votos conque Cristina representó el momento de mayor hegemonía cultural y política del peronismo desde la vuelta de la democracia, hoy el 66% vota opciones que prometen "terminar con el kirchnerismo de una vez y para siempre" y cree que la salida es por derecha o recontra derecha, poniendo en debate masivo y dominante por primera vez en 40 años la educación y la salud pública, el derecho a huelga y otros beneficios laborales, la cobertura previsional universal y solidaria, la democracia como sistema y hasta la clausura moral de traficar órganos y niños.

Gane o pierda el peronismo, en segunda vuelta o en el balotage, estamos y estaremos una buena temporada ante la hegemonía política y cultural difundida más gorila que se recuerde, validada en las urnas y en el marco de la democracia, y sin omitir el plexo normativo persecutorio y los miles de torturados y asesinados que acumulan la Revolución Libertadora y la última dictadura militar.


Los resultados de mañana van a impactar en las negociaciones con el Fondo, en el dólar y la inflación, en las renegociaciones paritarias y sobre todo en la salud emocional de millones de argentinos; y va a ganar el ajuste, la salida por derecha. Uno imagina que a los peronistas que reclaman por lo menos las promesas incumplidas de 2019 no hay mucho que decirles. Pero para los que no tienen un compromiso histórico ni emocional con el peronismo habría que reformular la pregunta que define el voto: ya no es "quién va a darme todo lo que me merezco" o "me asegura la Constitución desde el Preámbulo", ya no es solamente "a qué le tengo más miedo, si al loco de Milei o al liberal burgués de Massa", sino cuánto están dispuestos a retroceder y a perder, para volver a tener un país que nos contenga a todos y haga felices a los que hoy no lo están, incluso a los que votarán pensando en que cuando pierden...ganan.


Y sin importar cómo vote cada cual, conviene entender lo siguiente: aunque cueste asumirlo y lejos de una rebelión de desclasados y excluidos del sistema, mañana la suerte del peronismo y de un país mejor se juegan al mismo tiempo y en la misma mano.





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