Sin experiencia ni apego a la democracia, Milei es el nuevo presidente por voto popular
- Javier Gatti
- 20 nov 2023
- 7 Min. de lectura

La continuidad populista fue interrumpida por la decepción del Frente de Todos y un cambio civilizatorio tramado por la revancha política e ideológica. La salida fue por derecha, más a la derecha que nunca desde 1983...pero cuál?
La paradoja es tan grande que hay que presentarla en el arranque: a 40 años de la recuperación democrática, de la fiesta popular que implicó el fin de la última dictadura cívico-militar y clerical, ganó un frente cuyos candidatos principales (hoy presidente y vice) la desestiman como sistema, sostienen la teoría del demonio único (“el terrorismo subversivo”), citan el Nunca Más para bajarle el precio al exterminio planificado de opositores y reivindican a genocidas condenados en tribunales imparciales y ejemplares.
Que el peronismo unido también será vencido, no es novedad precisamente desde 1983, cuando todos los partidos que enfrentaron al peronismo (radicales, intransigentes, desarrollistas y federales) sumaron en primera vuelta prácticamente lo mismo que acumuló Milei: el 55,99% de los votos. Entiéndase bien, no estamos comparando ni liderazgos ni contenidos -de hecho Milei aborrece la figura de Alfonsín, a quien llama “el gran fracasado”- pero sí la suma del antiperonismo aglomerado de punta a punta en éstos 40 años. 1983 y 2023 son los dos momentos más antiperonistas de la post dictadura y que ameritaron, antes y ahora mismo, una reconfiguración profunda del partido que hiciera un país que no existía (y la derecha triunfante destesta) para persistir históricamente; deberá encontrar nuevos liderazgos y nuevas ideas fuerza para superar una crisis ideológica cuyo precedentes cercanos bien podrían ser las derrotas del 83 y el post menemismo.
Y ya que estamos ahí, una pregunta tan grande como la paradoja con que abrimos la nota: cuán grande es la responsabilidad de Alberto y Cristina en éste fracaso? Mucha, ineludible. Tanta que al cierre de ésta nota, Sergio Massa había comunicado al presidente y la vicepresidenta su decisión de tomarse una licencia al cargo de Ministro de Economía, dejando la transición económica en manos del Secretario de Hacienda Raúl Rigo y el Presidente del Banco Central Miguel Pesce. El esfuerzo del doble cargo para intentar revertir lo que hasta hace 4 meses era una derrota segura, fue enorme. Nada que reprocharle, ni siquiera ante el panorama de un peronismo con liderazgos en decadencia o en fuga, excepto el de Axel Kiciloff.
De nuevo con lo previsible y la novedad: al igual que sucedió en 2015 ya hay un peronismo colaboracionista y que apunta nombres para el gabinete de Milei (Randazzo, Pichetto y cuadros de segunda línea del cordobesismo), previsible. La novedad es que el pueblo, dos tercios de él, le espetaron a los partidos tradicionales que si la democracia no resuelve sus problemas urgentes y elementales no les sirve para nada (para votar estrictamente), sin problemas vitales resueltos o en vías de resolución, los famosos legados históricos (Yrigoyen, Perón, la épica de las resistencias a la dictadura, los derechos humanos, la política como herramienta popular) no significan absolutamente nada o peor, significan todo lo que hay que arrasar y dejar atrás.
Es cierto que las razones -post materialistas al fin y al cabo, creyentes de las batallas por la hegemonía cultural- no fueron sólo macro o micro económicas, pero veamos cuál es el futuro inmediato y probable de los precios importantes: dólar, precios, tarifas y salario, Milei anoche no definió nada pero dejó pistas claras al respecto.
“Venimos a hacer lo mismo que hicimos durante el S XIX”
La frase del subtítulo permite avizorar el modelo productivo y social que empezará a delinearse con el gobierno libertario. Se trata de una economía reprimarizada, eminentemente asentada en comoditties agropecuarios y energéticos y desentendida de su perfil industrial; con libre comercio, estado mínimo pero ágil para utilizar sus fuerzas represivas en defensa de la propiedad privada y regulaciones laborales mínimas, acaso inexistentes. Un país potencia (en realidad pidió 35 años para concretarlo) con enorme desigualdad económica y social y salarios de subsistencia, fraude electoral y violencia política.
Un dato no menor sobre el intelectual al que Milei citó en su primer discurso como presidente de la Nación, Juan Bautista Alberdi. El Alberdi de sus obras maduras, el de los Escritos Póstumos (Tomo V), había desarrollado una ideas superadora para la guerra fraticida que enfrentaba a unitarios y federales, el de una “democracia capaz de integrar a las democracias bárbara y civilizada”. No un país hecho sobre la sangre y exclusión de unos y otros, sino sobre un acuerdo posible entre dos visiones y proyectos de país, lo otro era imposible. Ayer Javier Milei convocó a los “argentinos de bien” (¿cuáles serían los otros?) y habló de que “se terminó una forma de hacer política y comienza otra” y convocó (mientras su tribuna gritaba “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”) a “todos los que quieran una nueva Argentina y se comprometan con las ideas de la libertad”. Decimonónico al fin, pero más en línea con el pensamiento del Sarmiento del Facundo, de Avellaneda y Roca, que de Alberdi.
En suma, el modelo no sólo es un país preperonista sino un país predemocrático, antes de la Ley Sáenz Peña, antes de Irigoyen y Perón, de la conformación de las centrales obreras y los derechos y garantías laborales. Deshistorizados y sin referencias emotivas en el pasado que citamos, estampados contra el presente e insatisfechos por una democracia que no les garantiza trabajo, techo y salarios dignos, para los 13 millones que lo votaron esa historia no significa gran cosa e incluso acuerdan con su líder y hoy presidente, en que son rémoras de un pasado decandente que hay que sepultar.
“Que se hagan cargo de su responsabilidad hasta el final del mandato”
Si bien en los dos discursos del flamante presidente no hubo pistas concretas acerca de los precios relativos de la economía -sobre todo del “precio de precios”, es decir el dólar- ésta frase dejó claro lo que Milei espera de la brevísima pero dramática transición de gobierno. No habrá acuerdos de responsabilidades compartidas sobre el precio del dólar, serán Alberto Fernández (que hace rato no toma decisiones trascendentes), Rigo y Pesce los que deberán contener la corrida contra el peso que comenzará el primer día de actividad cambiaria y que promete llevar el dólar a $3000 o más y la inflación mensual a dos dígitos bravos, un 30% según Barclays y Epyca Consultores, hasta que el gobierno entrante aclare las nuevas reglas del juego.

Comentarios