Los padres ausentes de América Latina: en Argentina más del 50% no paga cuota alimentaria
- Javier Gatti
- 16 feb
- 8 Min. de lectura

En América Latina 4 de cada 10 niñes crecen sin padres y en nuestro país el 90% de los hogares monoparentales están conducidos por mujeres. Se impone el Día del Padre ausente?
El verano es la estación ideal para exponerse al sol en centros turísticos que no hayan sido arrasados por el fuego, con filtros apropiados y en horarios razonables; pero también para colar temas importantes pero que en las agendas periodísticas no compiten contra los chismes de la farándula, el precio futuro del dólar, o la operación de Toto Caputo para desplazar al director del ANSES y hacerse de los USD 65.000 millones del Fondo de Garantías de Sustentabilidad.
Y este es el caso, con estadísticas recopiladas por el CepalStat (portal de estadísticas económicas y sociales de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y los últimos datos disponibles del Ministerio de Economía de la Nación y Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires (en Nación y en la Provincia de Santa Fe ya no se consigue).
Pero qué es una paternidad ausente o a qué tipo de faltas se refiere el concepto? Pues al quite de afecto o de amor, de acompañamiento emocional y económico en la crianza, al retaceo o retiro de las tareas de cuidado y por supuesto a las presencias fantasmales (evadidas bajo el mismo techo, poco atentas y empáticas con les hijes), por parte del padre. Excluimos para esta nota los casos de ausencia paterna por fuerza mayor, como el deceso por guerras o catástrofes, que sí son considerados en las estadísticas cepalinas y de otros organismos no gubernamentales.
En tiempos en donde muchos gobiernos -comenzando por el nacional- desarman estructuras protectivas para mujeres y niñeces, en que se alienta “la revancha de los machos” y las agendas de género están perdiendo terreno ganado y presencia regular en medios (exceptuando el 8 de marzo), nos parece justo abordar éste tema, no sin antes tranquilizarlos sobre otros asuntos: el préstamo del FMI va a llegar y por más de USD 11.000 millones, no habrá recuperación salarial de lo perdido en 2024, la devaluación será post elecciones de medio término y las mujeres en las listas de casi todos los frentes, difícilmente encabecen y estarán subrepresentadas.
El regalo para papá: 96 millones de horas de trabajo gratuitas
Seamos justos, no es para papá sino para la sociedad patriarcal que luego les dice a sus mujeres que “mientras vos estás en casa, cómoda, sin rasparte con el mundo, yo estoy pelándome por la familia”. Y es que según datos del Ministerio de Economía nacional (actualizados al tercer trimestre 2023) las tareas de cuidado representan el 15,9% del PBI argentino, que como todos sabemos es el valor monetario total de los bienes y servicios de un país o región en un año u otro período de tiempo establecido.
Si bien la volatilidad del PBI, tanto en pesos corrientes como en dólares (encima 4 dólares de referencia), torna provisoria la cuenta, según la última estimación de la Secretaría de Hacienda el PBI nacional equivale a USD 496.685 millones. Por lo tanto nuestras madres, esposas, hermanas e hijas, que no están registradas como personal doméstico, trabajan por un valor impago de u$s 79.469 millones anuales.
Eso es trabajo y economía en negro, es el volumen invisible del aporte que realizan millones de mujeres argentinas a la economía real. Y es doble invisible o doble negro, pues a la falta de reconocimiento intra familiar se suma la ausencia de toda cobertura social estatal y de los aportes al presupuesto público que supondría blanquear esa cifra.
A la hora de contabilizar la distribución de tareas por género, la misma fuente oficial estima que el 70,2% de ese trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es realizado por mujeres; siempre y cuando no estemos hablando de hogares monomarentales, donde esos trabajos recaen totalmente sobre las mujeres, sin reparto posible.
Es ahí donde aún podemos observar una ausencia elevadísima de paternidades -con talleres y dinámicas de deconstrucción y todo- que la CEPAL reconoce como un problema que en América Latina posee dimensiones similares. Mientras que las mujeres dedican el 20% de su tiempo a los trabajos de cuidado (que incluyen la afectividad que contribuye al fortalecimiento emocional de les niñes), los hombres dedican apenas un 7,3%.
La CEPAL menciona además un modelo que tiene un profundo arraigo histórico y cultural sin distinción de clases, pero muy presente en hogares de bajos recursos y marginales en su inclusión política y social: el del “matriarcado fingido” o el patriarcado selectivo. Es decir hogares en los que “mandan las mujeres”, mandan a la escuela a les hijes, estudian con ellos, les alimentan y bañan, los visten, los habilitan para juegos y hasta reparten tareas menores domésticas (sobre todo sin son hijas mujeres). Pero allí el poder económico y de autoridad general, los términos de convivencia reales siguen manejando ellos, incluso con violencias verbales, físicas y económicas. O bien se trata de matriarcados por defecto, pues la ausencia parcial o total del padre hace que desarrollen dobles y hasta triples jornadas laborales.
Si el problema es cultural, la batalla también lo es
En el más reciente reportaje concedido a un medio de alcance nacional, el presidente Milei aclaró que su gobierno avanza con tres líneas de acción: la de la política, la de la gestión y la de la batalla cultural. Buena parte de esa batalla cultural se nutre de los aportes de dos misóginos declarados y militantes: Agustín Laje y Joaquín De la Torre, negacionistas con cifras amañadas sobre la situación de las mujeres en el mercado laboral y la violencia física seguida de muerte.
Casi todas las medidas antifeministas tomadas en el primer año forman parte de esa batalla y contaron con el aporte de ambos asesores: prohibición del lenguaje inclusivo, disolución de la Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, desarticulación del Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata, paralización de obra pública con impacto de género y presupuesto 0 para políticas feministas, entre otras.
Esto generó también un apagón estadístico que tiene congeladas desde setiembre de 2023 las principales variables con que se detectan inequidades y se definen políticas públicas. No obstante esto, pueden proyectarse algunos indicadores sobre paternidad ausente, como por ejemplo que el 50,2% de los padres en situación de separación de hecho o divorcio vincular incumplen con sus cuotas alimentarias (con atrasos de 6 meses o más o sin aportar absolutamente nada), y que por lo tanto el 59% de los hogares monomarentales destina más de la mitad de sus ingresos a pagar deudas o atrasos.
Otro dato con impacto diferencial de género y que será noticia el mes que viene es el fin de las moratorias previsionales que le permitieron jubilarse a millones de esas mujeres que generan los recursos invisibles que mencionamos en la nota. A partir del 23 de marzo venidero, en el país de la informalidad laboral (que es predominantemente joven y femenina), sólo 1 de cada 10 mujeres podrá jubilarse a los 60 años. El resto cobrará la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM), que hoy representa $268.469. Unos $80 mil pesos menos que la jubilación mínima, y ambas por debajo de la línea de indigencia, es decir de la dignidad mínima, para nada vital y casi inmóvil. Y para acceder a esa friolera de pesos deberán acreditar vulnerabilidad a través de una declaración jurada, jurando pobreza, jurando no poder comer siquiera sin esa prestación de indigencia.
Las mujeres que al vencer el Plan de Pago de Deuda Previsional no hayan llegado a cumplir los 30 años de aportes, deberán seguir trabajando en lo que puedan, o ser sostenidas por familiares o la caridad religiosa.
También es cierto que 7 de cada 10 hombres tampoco podrán acceder a una jubilación por moratoria y que la operación política que se llevó puesto a Mariano de los Heros (el número 119 a razón de 2 funcionarios por semana) fue precisamente eso; porque como dijo Milei “no era el momento”, pero lo que comunicó es lo que realmente se viene para hombres y mujeres: aumento de la edad jubilatoria (65 y hasta 70 años respectivamente) y el cobro en función de los aportes realizados.

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