Si el Estado es una herramienta de clase y las milicias nacionales y las policías provinciales su fuerza de control social vía represión, entonces está un poco más claro porqué y para qué se pega, tortura, amenaza o mata. Para garantizar los privilegios de clase de quienes hicieron la patria, de los que nos la prestan para vivir como argentinos en estos días, para asegurar los beneficios de la concentración con distribución mínima y sin quilombos.
Se publicó hoy en el Boletín Oficial el Decreto 683/18, que torna "legal" la participación de las FFAA en la planificación y ejecución de "operativos" destinados a restaurar el orden institucional ante "desórdenes internos". Todas las comillas tienen bajada o entrelíneas por supuesto, legal encubre que el decreto modifica y deroga decretos anteriores del kirchnernerismo y transforma la Ley de Defensa (¿viste que en otras manos era un desastre?) en un campo de oportunidades (de tiro) para represores y racistas implacables. Operativos encubre palos, gases y balas a granel (como los ya repartidos en el Borda, en Cresta Roja, en el Encuentro Nacional de Mujeres de 2017, en las manifestaciones contra el Mini Davos o la resistencia contra la Reforma Previsional). Y desórdenes internos será entonces cualquier cosa que el Presidente -en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas- decida que lo es.
Según fuentes respetables y rigurosas como el CELS y la Correpi, a diciembre de 2017 el gobierno de Macri -sin FFAA pero con Gendarmería, y fuerzas policiales provinciales y federales desatadas- sumaba 725 muertes, una cada 24 horas. Con un dólar a más de 30 y sin techo previsible, una inflación anual proyectada del 35% (más del 50% en alimentos y bebidas) y servicios que se actualizan con el dólar cada dos meses, el panorama es funesto, la resistencia popular hará lo suyo y Macri también. Es por eso que les proponemos elevarnos metro y medio sobre la tierra que tiembla y analizar porqué pegan los que pegan. Ya habrá tiempo de análisis de coyuntura y cuentas fuleras.
La historia Argentina, la historia de este amado país es el resultado –sin importar quién la cuente- de síntesis políticas y culturales surgidas de crueles y sonoras masacres, de grandes y pequeños genocidios o etnocidios.
Si hay un país (y no es el peor de todos, ese argentinismo de creer sin haber siquiera googleado a Hegel que sólo aquí la historia avanza por su lado malo) en el que las culturas no dialogan, combaten sin cuartel y en el que hay sobre declamación de consenso y a la vez una práctica cerrada y persistente de la supresión de la diferencia, de la otredad (ya no física pues salpica sangre y no da republicano, pero sí electoral y del universo de las opiniones legítimas) ese país es este.
Tal vez el rasgo más inocultable y característico del ser nacional (además de la caridad o la generosidad que aflora en situaciones de catástrofes ambientales o los spots en donde cunde ese sarmientismo tardío que declama que todos somos uno o una y tenemos la misma meta), o para decirlo en clave seudo científica y manoseando a las ciencias duras para traducir conceptos blandos: seguramente el cromosoma más potente del ADN patrio sea el racismo. Racismo que fue mutando su criterio de selección y moderando sus modales, mejorando de la aniquilación a la domesticación o encapsulamiento del enemigo.
Hay una fina pero consecuente línea entre los que se beneficiaron con los efectos del plan económico de exterminio de la última dictadura militar y los que reclaman mano dura para los pobres que amenazan el bienestar de que todavía tienen algo para perder y buscan denodadamente terminar con los juicios por delitos de lesa humanidad y no avanzar sobre la complicidad civil y clerical de ese genocidio, el quinto en magnitud desde el arrasamiento de las montoneras federales. Y a todos los que les gusta decir que a este país lo hicieron el campo, la iglesia y el ejército…sumémosle para ser justos con la modernidad, a la bancocracia y la burguesía local altamente extranjerizada y parasitaria del Estado. Todos los demás deben agradecer (debemos agradecer) este gesto fundacional y patriótico, olvidando por completo que a ese país, a éste, lo hicieron arrasando toda oposición y diferencia, sea cual fuere: gauchos y terratenientes del interior, pueblos originarios, anarcosindicalistas, socialistas de verdad, peronistas resistentes, peronistas de izquierda, trotskistas y comunistas y judíos revulsivos pobres y no ortodoxos, por hacer una lista más o menos exhaustiva.
No es al cuete pedir a gritos y empuñar la letra viva pero insuficiente de la Constitución Nacional para reclamar que el Estado no reprima. Pero el Estado argentino, a través de la suma de toda la fuerza pública y armada con la que cuenta, las milicias que entienden que el enemigo más peligroso es el interno y todas las policías, reprimió siempre. El Estado moderno, se hizo para garantizar el contrato social a través de la represión, para administrar el belicoso estado de naturaleza de hombres y mujeres que –de no ser por el poli de la esquina o el gendarme que patrulla la villa- se arrancarían los ojos por un plasma o un celular 4G. Pero ni Hobbes ni Locke dijeron lo que Hegel primero que nadie: que ese mismo Estado "es un instrumento de clase".
Pregunta para dejar colgada del cielorraso: existe el policlasismo en la gestión económica, política y social del Estado? Para el peronismo de los años felices y la Doctrina Social de la Iglesia, está claro que sí. No hay nada más peligroso (y antes de alentarlo conviene incluso rajarse en una cañonera paraguaya o bendecir gobiernos facsistas) que una clase social consciente de que para mejorar su posición relativa en el reparto de bienes y servicios, tiene que luchar. Tiene que enfrentarse con otras clases que mientras se quedan con la parte del león tratan, con bastante éxito, que los que se quedan con la del ratón crean que soñar con lo mismo que ellos tienen (o menos inclusive porque romperse los pies en las piedras de Carlos Paz no califica contra un paseo por La Mansa en Punta del Este), es anormal. PARA LA REVOLUCIÓN CULTURAL QUE PRETENDE LA "NUEVA" DERECHA LO NORMAL ES DARLO TODO PARA TENER MENOS (al revés de la colecta de Cáritas, lo justo sería "menos por más"), es privarse mientras otros derrochan, es no consumir carne o autos usados, mientras otros duplican su stock de Catena Zapata y aprovechan el blanqueo para subirse a un BMW cero kaeme.
Y si el Estado es una herramienta de clase y las milicias nacionales y las policías provinciales su fuerza de control social vía represión (y por lo tanto también de clase, de represión de ciertas clases, las que están abajo y pugnan por algo de lo que abunda arriba), entonces está un poco más claro porqué y para qué se pega, tortura, amenaza o mata. Para garantizar los privilegios de clase de quienes hicieron la patria, de los que nos la prestan para vivir como argentinos en estos días, para asegurar los beneficios de la concentración con distribución mínima y sin quilombos.
Incluso el concepto de seguridad se ha independizado de toda variable o condicionante. Porque no es la SEGURIDAD de tener trabajo, de acceder a educación gratuita y de calidad o una casa para sentir que al fin se tiene un lugar en el mundo, ES LA SEGURIDAD DE LOS QUE CONCENTRAN Y ACUMULAN RIQUEZA, la incómoda y planificada pobreza es generadora de inseguridad. Y entonces la seguridad es un problema de represión, de prevención con represión. De verduguear pibes en los barrios, de pegarles flor de biaba pero no para que no salgar a apretar caretas sino para que no osen rebelarse, para que entiendan que en este reparto les tocó perder y si se retoban pueden perder muchísimo más, la vida por ejemplo.
Históricamente las fuerzas de seguridad se abusaron de los que no entienden que "estar mal es por su bien", y metieron palos, picana y balas para hacer UN país o para deshacerlo. Esta es la respuesta más general y correcta a la pregunta: Porqué pega la policía bonaerense? Porqué pega y amenaza brutalmente la policía santafesina? Porqué pega el Presidente de la República con todas las fuerzas que le responden a voluntad? Porque la cruel probeta neoliberal no consigue mezclar los ingredientes apropiados para obtener y multiplicar el pobre de derecha, el explotado feliz (que además propagandiza el régimen que lo explota), el sometido realizado, el perfecto idiota argentino que cree que gana cuando pierde, que la felicidad es un cuento eterno y la tristeza el único camino hacia la redención futura (¿les suena de otro lado la promesa salvífica?). Porque hay gente que se resiste a la infelicidad consentida, a la explotación o a las migajas perpetuas e institucionalizadas, esto es lo que debieran entender los que creen que conteniendo el estallido social de los que reclaman dignidad y futuro en vez de presente de zafar raspando, están realizando una tarea humanística insuperable, favoreciendo a quién sabe quiénes, ni porqué razón.
Pero contestémoslo también desde otro lugar, pues antes de contar la cantidad de víctimas de violencia institucional hay que recordar que Maximiliano Kosteki y Darío Santillán eran dos, que nuestros compatriotas desaparecidos por la última dictadura militar 30.000 y que en el holocausto judío no mataron 6 millones sino a uno solo, 6 millones de veces (mal que le pese a Esmeralda Mitre y otros nazis por el estilo). Los que pegan, los que matan, los que son mandados a ejecutar desde confortables oficinas lo hacen porque fueron educados en el racismo nacional, en el racismo de clase, para ver en el pobre (un similar) a un enemigo potencial y en el rico al patrón, al dueño del poder real, porque los gobernadores y los presidentes pasan y la brutalidad queda.
Así nos está quedando este país, con cuatro clases: los ricos, los policías y los delincuentes…falta la clase media? Si, pero esa sale casi toda junta y a la misma hora a sacar la basura, o cuando le tocan ahorros y módicos privilegios. Pero después se vuelve a guardar.
Hola Rosa, estuve medio pancista para contestar, como diría María Eva, pero me pongo al día comenzando con algo que me avergüenza pues me recuerda al cómplice civil de la dictadura Mariano Grondona y sus cátedras televisivas engoladas en Tiempo Nuevo. Analicemos (aún me da risa) la raíz etimológica de la palabra GENOCIDIO. Del latín GENOS (raza, pueblo o tribu) y CIDE (matar o asesinar). La ONU en 1948 amplía esa definición antigua al hilo del holocausto y define al genocidio como todo acto cometido con la intención de destruir en parto o totalmente a un grupo nacional étnico, racial o religioso. Pero el que la pega y mucho es nuestro ex juez federal de La Plata (acosado hasta el…
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rosamariamarcuzzi
Jul 26, 2018
Hola Javier, muchas gracias por tu comentario y el hermoso video de la Bala, sí fuerte pero artístico y de reflexión como debe ser el arte. Y así de terrible es todo lo que decís, tal cual. La duda que me quedó es sobre los cinco genocidios en Argentina que mencionás. Seguimos tus notas tal como si estuvieras en el aire. Saludos desde el litoral!
Hola Rosa, estuve medio pancista para contestar, como diría María Eva, pero me pongo al día comenzando con algo que me avergüenza pues me recuerda al cómplice civil de la dictadura Mariano Grondona y sus cátedras televisivas engoladas en Tiempo Nuevo. Analicemos (aún me da risa) la raíz etimológica de la palabra GENOCIDIO. Del latín GENOS (raza, pueblo o tribu) y CIDE (matar o asesinar). La ONU en 1948 amplía esa definición antigua al hilo del holocausto y define al genocidio como todo acto cometido con la intención de destruir en parto o totalmente a un grupo nacional étnico, racial o religioso. Pero el que la pega y mucho es nuestro ex juez federal de La Plata (acosado hasta el…
Hola Javier, muchas gracias por tu comentario y el hermoso video de la Bala, sí fuerte pero artístico y de reflexión como debe ser el arte. Y así de terrible es todo lo que decís, tal cual. La duda que me quedó es sobre los cinco genocidios en Argentina que mencionás. Seguimos tus notas tal como si estuvieras en el aire. Saludos desde el litoral!