Franco Luciani (o Fragasanco Luciagasani en el lunfardo rosarino) es un santafesino que –como Serrat- no extraña pero no olvida. Lleva sus afectos y su patria entre la armónica, las manos y sus labios. Unos son fuertes y fieles, los otros papeles o mejor aún: músicas que deja sonando en todos los lugares del mundo en los que toca. Como los Orozco, tocó casi con todxs y es uno de los instrumentistas más virtuosos y premiados del país. Es armonicista, es decir que no tiene apuro por amasar su primer millón, pero vive de lo que toca, de lo que compone y de lo que graba. Lo citamos en un bar palermitano rodeado de libros que se dedicó a investigar antes de sentarse a la mesa, acomodó las armónicas sobre la mesa y se dispuso a enfrentar un reportaje que planeaba no preguntarle nada de lo que ya había respondido tantas veces. Este reportaje es un viaje intenso por las pasiones y las ideas de uno de los músicos populares más importantes que tiene este país, vale la pena.
P / Para empezar por algo más bien general. Alguna vez reporteando a un par de músicos reconocidos y amigos tuyos (Claudio Cardone y Javier Malosetti) compartía esto de que nos estamos quedando sin compositores, sin grandes autores, los que componen el cancionero de los 30 ó 40 temas que el día de mañana vamos a cantar todxs. ¿Compartís esto?
FL / Me atrevo a ampliar tu pregunta y diría que no sólo es un tema de los compositores sino también los intérpretes porque así queda fuera del análisis la ausencia de Mercedes Sosa por ejemplo, el intérprete a su manera también es un creador porque en sus versiones genera una nueva mirada. De hecho existe el derecho de intérprete, vos llamás a la radio y decís “quiero escuchar Alfonsina y el mar”, una gran obra de Félix Luna y Ariel Ramírez, pero en la versión de Mercedes Sosa. Entonces abramos el panorama y me aboco a contestar tu pregunta. Yo creo que nos estamos quedando, definitivamente. Pero no sé si hay que verlo necesariamente mal, tal vez hoy mismo se está gestando algo que dentro de unos años lo vemos como el nacimiento de que en ese momento habrá florecido. Yo trato de evitar el pesimismo pero el negar las cosas tampoco es bueno. Hoy no se ve un nuevo Spinetta, un nuevo Charly, un nuevo Fito, no se ve una nueva Mercedes, un nuevo Cuchi Leguizamón, Piazzolla, Troilo o autores de esta talla en el jazz. Pero no es un problema netamente argentino, tampoco hay nuevos Joao Gilberto o Jobim, vos podés decir “uy mirá cómo toca el piano Brad Mehldau pero para mí no es Thelonius Monk”.
P / Con estas cosas uno siempre tiene la duda si no estará siendo muy prejuicioso a favor del pasado, siempre escuchando y valorando los mismos discos.
FL / No, lo que pasa es que yo creo que cuando vemos un mundo que está empobrecido y con cada vez más desigualdades…eso se refleja en la cultura también, sin dudas. ¿O acaso la cultura es una esfera separada de la realidad? Uno ve los derechos humanos de hoy y los compara con el pasado y ha habido algunos progresos, pero eso no quiere decir que ahora no estemos en franco retroceso. Hoy por hoy no se están renovando los grandes artistas pero no vale llorar sobre la leche derramada ni negarlo tampoco, hoy pasa eso pero sigue habiendo búsquedas muy interesantes, hay muchos solistas o grupos que están generando cosas de primer nivel. Lo que pasa es que antes vos sacabas un tango y había tremendas posibilidades de difusión, incluso se vendían las partituras para tocarlas. Era muy común que muchos supieran tocar guitarra o piano, entonces salía –yéndome un poco a los sesentas- “La última curda” o “Flor de Lino” y tenían unas posibilidades de popularización que hoy no existen, para mí la diferencia radica ahí. Es muy desigual la posibilidad de poder popularizar las nuevas creaciones. A mí me gusta hacer una comparación: ¿hay algún problema conque Ricardo Arjona haya hecho 37 Luna Park? Ninguno por supuesto. El problema es que no hay ningún artista argentino de música popular –no Abel Pintos que se transformó ya en una figura masiva del pop- que sea capaz de lo mismo.
P / Parece ser el sino de la época del folklore esto de desnaturalizarse y terminar tomando como raíz ritmos latinos y pop con “salpicaduras de folklore” para terminar siendo masivo. Pienso en Los Nocheros o Luciano Pereyra. En el experimento fallido de Soledad con Emilio Estefan, ese pop latino esotéricamente fusionado que casi destroza su carrera.
FL / Yo igual no juzgo eso, empezaste por un lado y te fuiste por otro porque es más negocio (digamos la verdad), no está mal pero no me parece negarlo tampoco, disfrazarlo artísticamente, que es otra cosa.
P / En tiempos de furioso mercado no hablemos de los valores estéticos, el compromiso artístico o la honestidad intelectual, pero se puede vivir de la música popular evitando el mercadeo?
FL / Sí pero no es fácil. Yo vivo de la música y no doy una sola clase, vivo pura y exclusivamente de lo que genero tocando, girando y grabando.
P / Bueno, pero vos sos un híper sesionista, colaboraste en más de 120 discos, qué peso tiene eso en la supervivencia de Luciani en tus propios términos digamos?
FL / No te creas que vivo de eso, yo creo que se puede subsistir dignamente pero la verdad es que no es fácil. Lo de sesionista es muy importante desde el prestigio porque por algo me convocan y quieren tocar con Franco Luciani (detesto el uso de la tercera persona) pero lo que yo defiendo es mi nombre, construyo mi carrera por ahí. Es lo más difícil, lo más largo, encima yo tengo una amplitud genérica enorme, lo mío es el tango y el folklore, pero decir que toco en casi todos los géneros. Es mi ideología de vida también.
P / Y por ahí tu obra, tu veta es sencillamente esa, la variedad, la fusión. Alguna vez dijiste que para vos había dos tipos de música: la buena que se hace con talento y autenticidad y la mala música.
FL / Sí, a la larga sí. Pero ojo, yo nunca diré que –de acuerdo a como yo lo hago- el folklore y el tango son una misma cosa. Hay músicos que se dedican toda una carrera a una sola veta del folklore o el tango, es más normal que lo mío. Pero yo cuido mucho los lenguajes con que se construyen esos géneros.
P / Quien te escucha tocar, con el tremendo virtuosismo con el que lo hacés, piensa que repartías la práctica entre la batería y la armónica en partes casi iguales, esa técnica, o esa cualidad de improvisación debieron llevar muchas horas de práctica…
FL / Yo estudié mucho y estudio la armónica, no sé si estuve seis horas por día durante cierto tiempo para desarrollarme. Estudio constantemente pero hay momentos en que la armónica es ponerte frente a la atril y otras atendiendo todas las obligaciones que tenés y por ahí cuando terminás de tocar con otros proyectos no te quedan ni ganas y tiempo para ponerte otra vez frente a la atril. Eso va y viene. Y como dijo Fito: “Rosario siempre estuvo cerca” y todo es más progresivo que si viviera en Tucumán o Neuquén porque podés empezar viniendo cada mes o mes y medio, después cada quince días o algunas veces por semana, hasta que el volumen de tu trabajo te permite radicarte y listo. Yo hago retrospectiva y veo que la verdad es que le puse mucha energía, las cosas no pasaron porque sí. Fue todo luego de la revelación en Cosquín (2002), pero si luego de ese premio de gran envergadura no hacés nada, no pasa nada.
P / Está plagado de artistas que se revelaron en Cosquín y luego no llegaron a grabar ni siquiera un disco…
FL / O que ni siquiera se dedicaron a la música, yo me propuse ir por lo mío. Por eso estoy muy agradecido a mi familia, porque si hay un prejuicio acerca de poder vivir de la música, no te cuento con un instrumento como la armónica. El clásico de…”vas a vivir de la música, ahá…y sos violinista en una orquesta estable por ejemplo? Armonicista?, déjate de joder!”.
P / Estás empeñado en fracasar no es cierto?
FL / Claro, encima yo soy una persona totalmente abocada a esto, hay otros músicos que desarrollan actividades o proyectos paralelos para vivir. No es mi caso, me dedico a tocar y grabar con mi instrumento. Yo tuve el apoyo para decir “ahora me voy a vivir a Buenos Aires para construir mi vida con este instrumento”, como te decía. Ahora estoy escribiendo cosas para hacer un libro con un perfil docente entre otras cosas.
P/ Igual pasa algo muy particular contigo. Cuando uno repasa la tremenda lista de músicos con los que tocaste y muestra cualquiera de los episodios de tu obra, muchos se sorprenden y piden data sobre vos. De dónde salió este pibe? Cómo toca! Pero se podría decir que no sos un tipo masivo en el conocimiento popular, ni siquiera en Santa Fe. Tus pares te reconocen (Malosetti, la Negra, Gismonti) y tal vez esto te alcance, o no?
FL / Es que nosotros estamos viviendo otro mundo, diferente al de hace unos 30 años. Qué músico de tango, folklore o rock de los últimos diez años se sentó en la mesa de Mirtha Legrand? Si me nombrás cinco te doy un premio. El mercado de consumo cambió, internet fragmenta, satura. Antes había cuatro o cinco canales de aire y si entrabas en esa caja, te hacías conocido por todo el mundo. Pero hoy cada uno elige y arma su propio menú. Es otra cosa. Si yo hubiese ganado Cosquín y tocado con La Negra Sosa hace unos 30 años hubiese sido un tipo mucho más masivo. Hay por cierto tipos más populares que yo, pero no tantos y si te aseguro que si se paran en una esquina no los conoce todo el mundo. Ni siquiera un grupo como La Berisso –que llenan un estadio como River- tiene tres temas que conozca todo el mundo, que puedan ser citados en un concurso de Hola Susana por decirte una boludez, no digo sus fans sino audiencias masivas. Es verdad lo que vos decís. Te cuento algo, cuando fui revelación de Cosquín se enteró la panadera que labura a dos cuadras de casa, eso hoy no pasaría a menos que sea muy del palo folklórico. Antes todo el mundo conocía –aunque no te guste para nada- uno o dos representantes de cualquiera de los géneros populares. Y te hablo por ejemplo de Rapahel, Caetano Veloso o Charly García, esos tipos que vos ves en un cartel de la esquina y no sólo los conocés sino que tienen una cinta que dice “Luna Park 27, 28 y 29 agotados”. Hoy si encontrás algo así mirás el nombre del tipo y decís “quién es que hace ocho Lunas y yo no sé ni qué toca”.
Cambió el paradigma, no hay más de esos artistas conocidos por varias generaciones, los que quedan son muy puntuales o recontra clásicos con más de 25 años de carrera. Yo encima soy un tipo de muchos lugares, abro tanto el juego que finalmente quedo en un camino con muchas líneas tiradas, para nada simple, más lento. Ha cambiado el concepto de artista popular y masivo, no es sólo un problema de Franco Luciani.
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